sábado, 16 de mayo de 2009

Un desgarro

Está el famoso chiste del señor que va al doctor porque tiene un "desgarro" en el tobillo. Entonces el doctor le sodomiza y le contesta ... "¡¡Esto es un desgarro!!. Lo que tiene usted en el tobillo es un esguince". Pues bien, si yo fuera ese señor, también iría al doctor a contarle lo de mi "desgarro" en el tobillo.

El miércoles jugué el último partido de la liguilla del trabajo. Es una pena porque complementaba ese mínimo de deporte que entiendo que hay que hacer a la semana y que, en su ausencia, se limita al partido de los jueves y al de los sábados. Aunque, bueno, tampoco me quejo; algo es algo. El partido acabó y tras la conclusión nos quedamos allí en el "barecillo" que tienen en el propio campo tomando algo, una hamburguesa completa en concreto, y terminando de ver la final de copa. Yo me senté de espaldas a la pantalla pues sabía que ellos tenían más interés que yo por verla. Allí departimos un rato y al final nos marchamos a una hora que rozaba la indecencia teniendo en cuenta que había que trabajar al día siguiente. Pero también era la hora más lógica ya que si el partido era de nueve a diez y te terminas de duchar entre una cosa y otra a las diez y media, pues a poco que te descuides son casi las doce.

A ver qué pasa. A algunos compañeros de equipo lo mismo tardaré años en verlos porque, por suerte o desgracia, para el año próximo no podrán jugar a no ser que se haga una liga a la que puedan apuntarse más empresas. Hay otros a los que sí seguiré viendo de forma más o menos asidua e incluso alguno ya viene los sábados con cierta regularidad. En cualquier caso, hemos perdido los cinco partidos que hemos jugado pero nos hemos divertido, que es lo importante. Por cierto, que el miércoles llegué cinco minutos tarde porque cuando fui a coger las botas me di cuenta de que me las había dejado en casa. Así que tuve que volver y en vez de llegar al campo con quince minutos de adelanto, lo hice con cinco de retraso. Eso sí, afortunadamente no había empezado el partido.

Y también está el partido del jueves. Salí a una hora más o menos decente, encontré aparcamiento pronto cerca del complejo deportivo y a falta de unos minutos para el comienzo ya estaba yo vendándome las rodillas como de costumbre. En este sentido tengo que decir que me está viniendo muy bien porque el miércoles acabó con ligeras molestias, el jueves acabó bien de las rodillas y hoy especialmente bien. Pues eso, me vendé las rodillas y bajé al campo con las dos camisetas de rigor, por si tenía que jugar con los azules como casi siempre o con los blancos como alguna que otra vez. Esta vez tocó jugar de blanco. Aproveché además para lucir la camiseta blanca de la equipación que nos dieron en el trabajo. Mini-equipación debería decir más bien porque una talla XL venía a ser como una M normal. De hecho cuando empezó la competición yo parecía que me embutía dentro de la camiseta. Ahora, con unos cuantos kilos menos parece que la llevo bastante pegada, pero solo eso.

El partido comenzó y con él yo lo hice compartiendo la banda izquierda con uno de los que venía antes a jugar los sábados. Durante las primeras jugadas me sentí especialmente bien, corría por la banda (a mi velocidad, evidentemente, pero corría), presionaba e incluso centraba y pasaba. En estas que llegó una jugada en la que me hice con el balón pegado a la línea de fondo me acerqué a la portería y dudé entre si pasar como siempre o tirar como algunas veces. Me decidí por el pase al centrocampista que venía de cara y armé la pierna. Me encontraba ya presto para golpear el balón cuando, no sé muy bien cómo, en vez del balón rematé un pie de alguien que debe pesar unos cien kilos.

Evidentemente, el golpeo no fue exitoso, es decir, el rival no salió volando ni rodando hacia mi compañero que se aproximaba hacia el balón. Más bien ni se enteró y a mí el tobillo me dio un latigazo importante. Noté toda la tensión del tendón que estiraba con el giro del pie que se encontraba con un peso importante en vez del habitual balón y cómo, a pesar de la violencia del estiramiento, el tendón aguantó. Eso sí, al poner el pie en el suelo me dolía a rabiar. Mi rival me miraba porque algunos pensaban que había sido falta y él pensaba que se me había adelantado limpiamente. Yo, sinceramente, no sé qué había pasado, ni me importaba. Bastante tenía con intentar que se me pasara el dolor :-). Pensando que golpeé su bota y que no recuerdo ningún empujón, creo que es probable que simplemente se me adelantara. Otros me dicen que entró muy fuerte; no lo sé. El caso es que poco a poco el dolor se me fue pasando y excepto por un momento en el que golpeé el balón y me dolió bastante, el resto del partido lo conseguí echar más o menos bien.

Me advirtieron que me pusiera hielo nada más llegar a casa pues en frío me dolería. La verdad es que llegué a casa y no me dolía o al menos no me dolía mucho. Tampoco lo tenía hinchado ni se apreciaba derrame. Me puse frío y pensé que quizás tampoco fuera para tanto. Hasta que me acosté, claro está. En la cama me desperté varias veces a causa del dolor que me causaba, bien el tendón, bien el tendón al empezar el proceso de curación. Eventualmente conseguí descansar algo y por la mañana, a falta de una tobillera o al menos una venda, me fui al trabajo con unas calcetas de deporte que sujetan el tobillo mejor que los habituales calcetines. No sé si alguien se dio cuenta pero bueno, es lo que hay :-).

Por la mañana cojeaba ostensiblemente pues me molestaba pero en cuanto se calentaba, dejaba de hacerlo. Luego por la tarde estuve un poco de acá para allá y cuando llegué por la noche, sí tenía el tobillo ligeramente inflamado por la zona donde el tendón había sufrido. Eso sí, un poco de hielo y volvió a un estado casi natural.

Ya casi para acabar, esta mañana fui a jugar el partido de los sábados, aunque con la intención de no hacer muchas tonterías. De hecho, he jugado todo el partido sin molestias aunque normalmente sin dolor. Al final creo que ni he roto a sudar. Vamos, sí he sudado pero lo que es romper, romper ... eso no. El lado bueno es que he intentado jugar más con la izquierda e incluso creo que no se ha notado mucho por lo que he podido demostrar que soy completamente ambizurdo. Vamos, que soy igual de malo con las dos piernas :-).

Ahora estoy sentado, sin molestias en las rodillas ni en el tobillo por lo que me encuentro perfectamente, a pesar del "desgarro". Pero lo del desgarro no es solo por el chiste, posiblemente malo, del inicio. Lo del desgarro tiene también un sentido mucho más serio que había decidido contar aquí pero que ahora he pensado mejor y lo pondré en una entrada aparte.

Un saludo, Domingo.

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