sábado, 12 de diciembre de 2009

Evolucionamos

Bueno, a ver si consigo ordenar mis pensamientos y que esta entrada resulte legible e incluso interesante. Empecemos por la referencia a la evolución. Estaba yo duchándome ayer y me dio por pensar en cómo era y en cómo había cambiado a lo largo de los años. Quizás estuviera motivado por el hecho de que en los últimos tiempos han venido puntualmente a mi cabeza cosas que hacía yo cuando era niño y he intentado, sin éxito, averiguar la edad que tendría yo cuando pensé o hice lo que fuera. Las cosas que evocaron estos recuerdos ya se han ido, pero sí que recuerdo, nunca mejor dicho, los recuerdos.

Por ejemplo, recuerdo que en parvulitos me aburría y de hecho me llevé una amonestación probablemente escrita para casa diciendo básicamente que estaba hecho un vago. No recuerdo si lo que me gustaba o lo que no me gustaba era el punzón sobre el corcho para hacer dibujos en el papel o la plastilina pero el caso es que sí recuerdo que me aburría soberanamente. Tras la amonestación creo que me puse más o menos las pilas.

Luego pasé a EGB con los que serían mis amigos de la infancia, compañeros de lecturas y, en menor grado, de aventuras. Sería aproximadamente con diez años cuando fuimos a un laboratorio. Dos de mis amigos querían ser médicos, yo más bien investigador. Por esa época, se empezaba a hablar del virus del SIDA y yo fantaseaba con descubrir la vacuna. También me atraía la abogacía y comentan que intentaba impartir justicia asumiendo un papel lo más neutral posible.

Tras el final de la EGB y BUP y COU, me decanté definitivamente por las ciencias. Me atraían especialmente la física, la matemática y la informática. Al final me metí en matemáticas y ciertamente no me arrepiento, aunque haya acabado trabajando de informático. Entonces me ilusionaba poder ser investigador y trabajar en la universidad. Al final llegó la universidad y tras ella el choque con la realidad, la principal salida era la docencia y esta no me gustaba.

En otro orden de cosas, ya ahí me planteaba otros objetivos en la vida. En particular pensaba que estaría muy bien casarse con 25 años y tener un hijo con 27. Todo esto era porque, erróneamente, pensaba que la diferencia de edad tiene que marcar una relación entre las cosas que hacen los padres y la que hacen los hijos. Puede marcarla, sí, pero mucho más las marcan las personas. Por ejemplo, creo que he jugado con mi padre al fútbol una o dos veces y nunca de mayor. En cambio, llevo jugando más de diez años con un hombre que tiene cuatro o cinco años más que él.

Sabía que estos objetivos eran muy difíciles de conseguir, pero al menos quería proponérmelos. Junto a ellos había tres objetivos idealistas más, no tener nunca un móvil ni una tarjeta de crédito y no tener que pedir una hipoteca. Estos objetivos, aunque no los cumplí, tampoco me importó mucho no cumplirlos. El móvil lo uso solo para lo que me hace falta, con una factura anual prácticamente irrisoria. La tarjeta de crédito creo que la uso en sustitución del dinero y no cuando me da la gana. Además, controlo más o menos bien lo que tengo en el banco, lo que he gastado, lo que puedo gastar y cuándo así que es una ventaja más que un inconveniente.

La hipoteca es inevitable, no es realmente algo que haya podido evitar. O quizás sí pero sacrificando otras cosas.

Ya de adulto, he tenido otros pensamientos/deseos que han ido corriendo diferente suerte. Por ejemplo, me propuse perder peso y bajé de más de 100 a algo menos de 90 corriendo una hora al día. Este año, tras superar de nuevo la barrera de los 90 me propuse volver a bajar y afortunadamente lo he podido hacer de nuevo y ahora me encuentro magníficamente, dando carreras a diestro y siniestro jueves y sábado. Eso no me hace bueno jugando, pero al menos yo me siento bien.

También me he propuesto en diferentes momentos perfeccionar mi inglés (y lo conseguí), aprender alemán (y me quedé en el intento) y aprender francés (y me defiendo).

El otro tema fundamental muy probablemente ha sido el recurrente de mujer/hijos. Por cierto, hoy precisamente me ha mandado un SMS un amigo de la infancia anunciándome que ha nacido su hija. Esto, antes de los 25 me parecía complicado y al pasar de los 25 me di cuenta de que no solo lo parecía sino que lo era. Pero en vez de pensar en algo parecido a un objetivo, directamente asumí que llegaría cuando tuviera que llegar. Y así ha sido y será, lo de será sobre todo por lo segundo.

Lo primero pasó hace tres años aproximadamente en curiosas circunstancias que no vienen al caso. Dos personas muy diferentes pero complementarias que, además, con el paso del tiempo creo que se complementan cada vez mejor. En unos meses, si todo va bien y no hay problemas con los papeles y los flecos restantes, nos daremos el "Sí quiero". Será posiblemente el gran cambio del 2010. Por cierto, me doy cuenta de que el año pasado no me propuse ningún objetivo para el 2009, posiblemente porque el objetivo estaba más que claro y se ha cumplido y bien cumplido. Este año creo que haré lo propio.

Ya veremos lo que pasa en el futuro pero creo que ahora mismo estoy en un momento dulce de mi vida donde no puedo ni debo pedir mucho más. Sí, el año pasado ponía las barbas a remojar por el tema del empleo y este año se demostró que había hecho bien a pesar de no ser yo uno de los elegidos. Pero eso es realmente algo sobre lo que no se tiene mucho control. En el resto de cosas, me siento fundamentalmente feliz con lo que tengo. En todo caso, ahora se han despertado en mí de nuevo ganas de aprender según qué cosas y también estamos en ello aunque sea a ratos sueltos y no de todo.

Esta ha sido mi evolución hasta ahora. A partir de ahora Dios dirá.

Un saludo, Domingo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y así digo:

Será lo que tenga que ser

Giovanni dixit