Si hay algo que históricamente me ha costado trabajo es decir que no. Pero bueno, será que poco a poco te vas acostumbrando a decirlo o que la vida te va poniendo delante de situaciones en las que tienes que decir cosas que no te gusta decir que cada vez resulta más fácil decirlo. Bueno, más fácil no significa tampoco mucho, sobre todo para una persona como yo que podía contar con los dedos de las manos el número de veces que se había opuesto a la petición de un tercero.
Es muy curioso porque lo general es que mucha gente pida por pedir y ahí estoy yo intentando solucionarles la vida en caso de acudir (99%) o sintiendo remordimientos por no haber ido (uno %). Sólo en una ocasión recuerdo haber dicho que no y haberme quedado "So panch" tal como dice ahora uno de mis jefes :-). Curiosamente esto sucedió hará casi años en la empresa y precisamente un sábado. Aquel sábado, el último que trabajábamos para más inri, no me ofrecí voluntario a ir. En vez de eso, fui a la universidad y allí repartí raquetazos de squash como si no costaran. De hecho imaginaba la pelota de squash con el logotipo del proyecto y la golpeaba con saña. Nunca se me dio del todo mal el squash para mi complexión pero en aquella época, pesando cerca de la tonelada métrica, me las arreglé para ganar 6-0 a mi rival. Años después, yo hace tiempo que he vuelto al fútbol a pesar de mis rodillas y mi rival va camino de ganar el festival de baile retro :-).
Pues bien, en un tiempo mucho más reciente; esta semana pasada para ser más exactos, tuve que decir que no a un, digamos, acuerdo donde el riesgo para mí era de moderado para arriba. Ciertamente agradecí que la otra persona se lo tomara bien, aún cuando mi negativa pudiera haber sido tomada por donde no era (a pesar de ser perfectamente legítima).
Probablemente esta es una de las batallas más antiguas del mundo. Ya lo dice el refrán: contra el vicio de pedir, la virtud de no dar. Y es que, como decía antes, uno probablemente piensa que todo el mundo que te viene pidiendo algo lo hace porque ya ha hecho todo lo posible y lo imposible y no ha conseguido lo que sea. Pero la tozuda realidad ha demostrado una y otra vez que lo normal es que la gente pida simplemente porque es más fácil que te lo hagan a hacerlo tú. La petición además puede ser consciente o inconsciente.
En el caso en particular del que hablo, aparentemente la petición partía de la necesidad. No hay razón para ser mal pensado y confío en que todo lo que me decía era cierto. Es más, yo creo que así era. De igual forma, también creo que era cierto todo lo que callaba. Lo que ocurre es que la vida es una cuestión de prioridades y nuestras prioridades son intrínsecamente egoístas ... como la amistad que dirían algunos ;-).
Y claro, pugnaban aquí el egoísmo de la persona (y probablemente su familia) y el mío de querer evitar los problemas a toda costa. Como la última palabra la tenía yo, ganó mi egoísmo. Pero recuerdo que mientras hablaba y también poco antes y poco después, me preguntaba cómo podrían ser las circunstancias actuales y las futuras. Cabe la posibilidad de que de haber accedido yo a la petición, todo hubiera salido perfectamente y nunca hubiera tenido que pronunciar una queja al respecto. Cabe también la posibilidad de que todo saliera mal y ambas partes hubiéramos salido perjudicadas. Por último, también cabía la posibilidad de que gracias a mi negativa, su futuro fuera incluso mejor que aceptando.
Se trata de futuribles; todos en los que queramos pensar. Al final, mi actitud fue la que probablemente tomaría la mayoría de personas en mi lugar (eso no es una excusa ni supone que sea la elección correcta). Por tanto, ahora sólo resta esperar que el futuro nos depare lo mejor a ambas partes, incluyendo la opción de volver a repetir todo pero con las circunstancias apropiadas.
Un saludo, Domingo.
sábado, 24 de enero de 2009
Decir que no
Etiquetas:
diario
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2 comentarios:
Respecto a la vez que no te ofreciste voluntario para ir a la empresa, me acuerdo perfectamente. ¡Por nosotros no pasan los años!
Y lo de ahora, ya me contarás porque la entrada es verdaderamente enigmática.
Bueno, en realidad algunas de las entradas son enigmáticas porque están destinadas, no a que la gente que pueda leer esto sepa lo que pasó sino a darme pistas cuando yo yo lo relea algún día :-O.
En este caso, se trata de una reflexión general que parte de un hecho en particular. El hecho en sí es mi negativa a perder un posible alquiler de personas a las que me hubiera encantado alquilar pero que no cumplían con los requisitos mínimos que yo exigía. La entrada también podría tener una segunda parte que me imagino tendrá, pero eso será a su debido tiempo :-).
Un saludo, Domingo.
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