Incluso en un día triste, de esos en los que tu sombra tiene más color que tú. De esos en los que solo parece posible pasar de la tristeza al autoenfado. Incluso en esos días un pequeño gesto puede cambiar tu vida.
Te odias, odias a tu sombra por estar siempre pegada a ti. Necesitas estar solo, te molesta su sombra, te molesta la luz. Intentas evitarlas pero no lo consigues. Apagas al unísono la luz y tu sombra pero ya no ves nada; eso es incluso peor. Coges una vela al azar; la de las ocasiones especiales. La enciendes y antes de darte cuenta de que tu sombra ha vuelto, te das cuenta de que esta es realmente una ocasión especial. De repentes comprendes lo que tu sombra quería decirte sin palabras. Ella, que tan bien te conoce, te grita: "¡Ponte las gafas!".
-"¡Ponte las gafas y mira!"
-"¿Adónde?". Preguntas tú confundido.
-"¡Y qué más da!", responde ella.
Entonces tú te pones las gafas, las graduadas, las de sol no porque además de que estás en tu habitación, no utilizas. Y miras.
Miras lo que hay cerca, lo que hay lejos. Buscas sin saber qué buscas. Encuentras sin saber que encuentras ... hasta que lo comprendes todo. Buscabas la vida, el bullicioso mundo, su gente. Hay muchas más cosas en la vida que tus insignificantes problemas. De hecho, eres tan afortunado que no tienes derecho a quejarte.
Ya lo comprendes todo; tan evidente y en tus mismas narices que todavía sostienen las gafas. Mientras sales de tu asombro, tu cabeza y el día se despejan. Abres la ventana, brilla la luz del sol, la misma que inunda tu habitación. En tu cara se dibuja una amplia sonrisa. En la de tu sombra también, aunque esta vez tiene menos color que la tuya y se lo agradeces de corazón.
Un saludo, Domingo.
P.D. ¿Y dónde están las fotos?. Eso da igual, el caso es que el objetivo era hacer un relato basado en 10 cosas que están ahí aunque no se identifiquen :-P.
sábado, 19 de septiembre de 2009
10 fotos (Relato)
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