domingo, 15 de marzo de 2009

Alquilando

Alquilando ... o algo parecido. Intentaré resumir en unas cuantas líneas las peripecias que el intento de alquiler nos está reportando. Lo primero sobre lo que se podría hablar es la procedencia de las personas que se interesan. No llevo la cuenta pero así a vuela pluma que un entre el 30% y el 40% (vamos 3 ó 4 de 10) son españoles y el resto sudamericanos con mayoría argentina. Luego podríamos distinguir por el sexo de las personas, aquí la proporción sería parecida, 30%-40% para hombres y el resto mujeres.

Posteriormente podríamos discutir acerca de si van a la cita una vez confirmada o no. En este caso, independientemente de sexo o etnia, han sido varios los que ni han aparecido ni han llamado para cancelar la cita. Entiendo que puedan cambiar de idea y ya no les interese pero bueno, qué menos que un poco de cortesía por no decir educación ¿no?.

Umm, tampoco creo que haya mucho más que comentar ni que se pueda sacar mucho más de este tipo de estadísticas. Sobre lo que sí hay más que decir es sobre el tipo de visitas que hasta ahora han acudido al piso:

1.- La primera fue un matrimonio argentino con una hija de 9 años y un bebé de meses. Fueron encantadores durante la visita, les gustó mucho el piso y estaban deseosos de cambiar. El único problema es que carecían de las garantías necesarias para que uno se quedara tranquilo. Creo que ya comenté algo aunque de forma más que breve. Lo que realmente me aterraba no es el hecho de que en un momento dado pueda perder su empleo y me encuentre con que, por lo que sea, no puedo echarlos sino me aterraba la idea de tener que decir a un matrimonio con un bebé que realmente tenían que irse :-S. No es previsible pero ojalá encuentren esas garantías y pueda alquilárselo.

2.- La segunda fue una chica que buscaba no sé muy bien qué y que por lo visto se dedicó a poco menos que registrar todo. El señor de la inmobiliaria que la acompañaba según parece decía, ¿le importa que mire? eso sí, cuando ya la susodicha había abierto, mirado y remirado.

3.- Y los últimos fueron una pareja joven (en torno a los 30) que llevan supuestamente 7 años viviendo de alquiler. Él es argentino y creo que se dedica al montaje y reparto de muebles y ella es española y da clases particulares. Ella además había sido la que se puso en contacto conmigo y la que habló por teléfono en todo momento. Por el acento me había parecido española aunque con algún deje argentino, en particular en una de las expresiones que dijo. Cuando llegó la pareja, se confirmaron mis suposiciones.

Total que subimos, les muestro todo me realizan las preguntas típicas, las contesto con honestidad (como no podía ser de otra forma) y tras volver a dejar claro lo de las garantías que exijo (en realidad no yo, sino la Junta de Andalucía para podernos acoger ambos a la subvención) ya casi procedíamos a despedirnos. Durante la visita habían sido corteses y bueno, aunque también abrieron sin pedir permiso algún mueble, como el del escobero, la verdad es que más o menos bien. Dejaron caer (el que no llora no mama) algunas cosas que a ellos les hubiera gustado tener pero bueno, fueron lo suficientemente diplomáticos como para manifestar interés por el piso, alabándolo y mostranto también a ratos cierta indiferencia que me hacía sospechar que sabían que al final no alquilarían. De todas formas era sólo un presentimiento.

Así estaban las cosas cuando justo cuando se iban la chica me dice que si puede entrar al servicio, que venía aguantándose pero ya no puede aguantar más. Me extrañó un poco pero evidentemente la dejé pasar. Y mientras ella estaba a lo suyo, yo hablaba con el novio escuchando extrañado cómo tiraba de la cadena una y otra vez. Al rato sale y ya nos despedimos. Justo en la puerta, ella parece extrañada de que no los acompañe (ya sabían el camino de ida) y me pregunta si me voy a quedar. Le contesto que sí pensando de hecho en que justo a colación iba a echarme un rato en el sofá a ver si descansaba de los dos partidos de fútbol de por la mañana.

Cierro la puerta y escucho todavía cómo hablan entre ellos, aunque no sabía de qué. Yo intuía que podía ser acerca de las cosas que más o menos les hubieran gustado aunque me extrañaba que se pusieran a comentarlo a sólo unos metros en vez de hacerlo como mínimo en la puerta del ascensor. En cualquier caso, preparé las cosas para echarme un rato en el sofá, con el hielo para las rodillas pero antes de echarme fui a visitar el cuarto de baño.

Allí lo primero que me sorprendió fue ver un rollo de papel sobre el mueble del cuarto de baño. Pensé que quizás al manejarlo se le había salido a la muchacha del portarrollos y por eso estaba así. Pero no, miro y el portarrollos tenía su propio rollo vacío. Abro el mueble del cuarto de baño y veo que efectivamente allí estaban los rollos guardados de los cuales ella debía haber cogido uno. En este sentido tuvo suerte porque creo que hubo un momento en que yo los guardé en el mueble del aseo. En cualquier caso, primero tuvo la necesidad (seremos benévolos) y luego la caradura de andar rebuscando por ahí y marcharse sin ni siquiera comentarlo. Más tarde comprendí también que quizás se pararon para hablar de por qué había tardado tanto. En fin, no lo sé y dudo mucho que vaya a recibir ningún tipo de comunicación por su parte.

Seguiremos alquilando ... digo informando :-).

Un saludo, Domingo.

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